CUANDO FANTASEO


Era una noche calurosa, el calor no me dejaba dormir, decidí darme una vuelta por la calle a ver si me relajaba. Mientras fumaba un cigarrillo, deje mi mente en blanco, y al parecer el fresco nocturno de verano dio sus frutos. De momento empece a sentir otro tipo de calor, salia desde mis adentros, empecé a sudar, y todo ello con los mas puros pensamientos respecto al contacto carnal.

Si, te vi apoyado en un portal, nos miramos y sin mediar palabra, nos acercamos el uno al otro, necesitaba tu mano acariciando mi rostro, empezamos a mirarnos fijamente a los ojos, hablando sin mover los labios... de momento su mano empezó a bajar por mi espalda, mientras yo me estremecía de placer.

Puse suavemente mis manos en sus mejillas, y sin dejar de mirarnos, la lleve hasta que nuestros labios se unieron en un solo, sentí un profundo escalofrío de placer.

El bajó sus manos hasta mi cadera, e introdujo sus manos por dentro de mi pantalón y ropa interior, me cogió una nalga con cada mano, las apretó al mismo tiempo que me empujaba hacia su cuerpo, siii!!! incluso por encima de nuestras ropas, se podía sentir como nuestros cuerpos estaban estimulados, ardiendo, era fuego que se propagó por todo nuestro ser.

Sin mas dilación, pero con una ternura apasionada, nos quitábamos la ropa con la mayor delicadeza posible, poco a `poco y una vez desnudos, juntamos nuestros cuerpos, que emanaban fuego.

Dos cuerpos fusionados en uno solo, contorneándose uno con el otro, sin dejar de acariciarnos y de sentirnos, cada momento que pasaba, mas cerca de la cima estábamos, nuestros oídos escuchaban el sonido de placer, entre nosotros.

La cima cada vez estaba mas cerca, de momento nos aceleramos y en una eclosión de placer, explotamos como un volcán en erupción.

Nos miramos a los ojos con ternura, y nos tuvimos que despedir pues el tenía familia a la que tenía que atender, y yo... solo y sentado en una esquina de mi cama, observaba su partida, sintiendo resignación.

Llega a la puerta, se da la vuelta, y con una mirada que decía: lo siento, me dice: tenemos que repetir, y yo le respondí: eso espero, ya sabes donde estoy.

Tan literal se tomo mi respuesta, que ahora no me lo puedo quitar de encima, por que lo tengo y lo prefiero siempre debajo de mi.

Carlos Renau

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